Hace unas décadas, con la anhelada llegada de Melchor, Gaspar y Baltazar, los juguetes más soñados eran los trompos, baleros, yoyos, matracas, aviones, carros, guitarras, tambores de madera y muñecas de trapo.
Por Carlos Trejo Serrano
Pachuca, 3 Ene (Notimex).- Hace unas décadas, con la anhelada llegada de Melchor, Gaspar y Baltazar, los juguetes más soñados eran los trompos, baleros, yoyos, matracas, aviones, carros, guitarras, tambores de madera y muñecas de trapo.
Esos juguetes «tradicionales» fueron los más populares y divertidos para muchos mexicanos por años, pues son fabricados con mucha imaginación y creatividad que atraen por sus colores y riqueza en texturas, formas y materiales.
Si bien hoy han sido desplazados por la llegada de juguetes chinos y de tecnología avanzada, como celulares, consolas de videojuegos, tabletas electrónicas, reproductores de música y otros, los artesanos aún fabrican los de madera porque quieren mantener vivas las tradiciones populares de México.
«No queremos que queden en el olvido o sólo sean piezas de algún museo», comenta Herminia Morales García, artesana del municipio de Zempoala, Hidalgo, y quien lleva más de 25 años en la fabricación de esas piezas de madera.
Mientras coloca los juguetes y otras artesanías sobre su puesto de metal, ubicado a un costado del Reloj Monumental de Pachuca, la señora de 65 años dice que es primordial mostrar a las nuevas generaciones cómo se juegan y lo divertido que pueden llegar a ser.
«Debemos también enseñarles el valor cultural que tienen todos esos juguetes», remarcó Herminia, quien compartió su emoción porque hay maestros que con «amor lo hecho en México» fomentan el intercambio de estas artesanías dentro de las aulas de clases.
En ello coincide Crecencio Francisco Guerrero, artesano de Acaxochitlán, Hidalgo, quien explicó que es rápida la elaboración de trompos, baleros y yoyos para después ofrecerlos en 20 y hasta 50 pesos.
Pero algunas otras piezas, como los carritos o camiones, demandan hasta un día de trabajo, porque implican más cortes para su ensamble y después cubrirlos de pintura.
«No ha cambiado la tradición porque la seguimos manteniendo», pero son los adultos, turistas y migrantes mexicanos quienes más adquieren estos artículos «por los recuerdos que les traen», expone.
«Se los llevan nuestros paisanos que vienen de Estados Unidos, pues quieren enseñarles a sus hijos, nietos o parientes lo que ellos jugaban cuando eran pequeños», coincide el presidente de la Asociación Mexicana de la Industria del Juguete (Amiju), Miguel Ángel Martín González.
Estimó que en México hay unos 220 talleres dedicados a la elaboración de los juguetes tradiciones, con dos o hasta 10 integrantes, y que Michoacán, Oaxaca y Guerreros son los principales estados que continúan con esa tradición que forma parte del legado cultural histórico.
Lamentó que esa industria carezca de canales de comercialización o exposición para la venta, lo que les ha impedido salir al mercado a competir con otros juguetes de actualidad.
«Es una industria que no desaparece, pero no tiene crecimientos importantes», remarcó Martín González, quien hizo énfasis en la importancia de ser apoyada por el gobierno para impulsarla, tanto a nivel nacional como internacional.
«Son juguetes sanos. Son nuestras raíces y solo pedimos que dejen un rato los juguetes de mucha tecnología para voltear a ver lo hecho en México», añadió la señora Herminia.