El Estados Unidos de Trump y su asfixiante libertad

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Por: Rubén Sánchez

Mientras el mundo navega en la pandemia del Covid-19, el brutal asesinato del afroamericano George Floyd, el pasado 25 de mayo, hizo evidente el racismo institucionalizado por la administración de Donald Trump. Un racismo feroz, esquizofrénico, amenazante, que se vio acorralado cuando agentes del Servicio Secreto resguardaron a Trump y su familia en uno de los búnker de la Casa Blanca.

Por su parte, el expolicía y claro asesino Derek Chauvin, qué se iba a imaginar la revuelta social que desataría luego de hundir durante casi nueve minutos, y con odio racista, su rodilla en el cuello de George Floyd. ¿Qué implica la actitud de este expolicía de piel blanca y que, en teoría, debía funcionar a la sociedad? Sin duda, toda una estructura corrupta y segregacionista.

Pero esta descarnada situación va más allá de lo institucional. Es una historia larga, décadas de estupidez humana en que la supremacía blanca ve como inferior a la gente afroamericana, un 13% más o menos de la población estadounidense, es decir la minoría más vasta de EU. Y vasto es también su espectro de acción e influencia, ya que la comunidad negra, a lo largo de la historia de Estados Unidos, ha aportado cosas muy valiosas: grandes mentalidades, artistas, gente de ciencia, incluso a Barack Obama, el primer afroamericano presidente de esa nación, donde la libertad asfixia hasta la muerte a sus ciudadanos.

Debido a que el asesinato de Floyd fue grabado por la cámara de un smartphone, y de inmediato las imágenes se difundieron en redes sociales, muchos norteamericanos fueron arrancados del hastío de la cuarentena por Covid-19; por lo que jóvenes y no tan jóvenes, multi-étnicos, salieron a las calles, las tomaron, lanzaron consignas contra la brutalidad y el abuso policíaco vigente en Hennepin, condado donde aconteció el asesinato, tachando de fascista a Trump. Sin embargo, las manifestaciones se replicaron en todo el territorio y lo largo de ciudades tan importantes como Los Angeles, Nueva York, Washington, entre otras tantas.

Floyd

¿Fascista Donald Trump?

A todas luces Trump es un derechista pendenciero que no dudó en lanzar metralla en la plataforma Twitter, además de aplicar toques de queda en casi la mitad de la geografía política de Estados Unidos, que conllevó la dispersión de miles de efectivos policíacos contra los inconformes, quienes destrozaron a su paso la propiedad privada, esencia primaria del capitalismo. (Según fuentes periodísticas, el pasado viernes 29 de mayo, cuando Trump se resguardaba en el búnker, éste sugirió que perros y armas esperaban a los manifestantes dentro de las puertas de la Casa Blanca).

Estas manifestaciones han provocado decenas de heridos, varios muertos, así como la detención de miles de personas indignadas por la muerte de Geogre Floyd de 46 años, a penas un año mayor que su asesino.

Lamentable, en verdad lamentable lo que sucede al norte del continente americano. Aquí en México y América Latina no estamos lejos de situaciones similares. Pero la cuestión negra y el racismo en Estados Unidos representan hoy en día una de las peores crisis en su historia. Hay gente blanca que piensa que los afroamericanos son ciudadanos de segunda clase o, peor aún, que ni siquiera son ciudadanos.

Por último, traigo a colación lo escrito por Danielle Cadet, una periodista negra, en el portal refinery29, dirigiendo su texto a los hombres y mujeres blancos: “En nombre de sus colegas negros: no estamos bien. Y tú tampoco deberías estarlo.”

Twitter: @benchofro